Al igual que vivimos por ella, también nos pudrimos por dentro.
Una hoguera, una llamarada, una intensa celeridad de pálpitos.
No me canso de escribirte... Y de condenarte.
Matadme, colgadme y entraguladme
pero me resulta imposible ver como pasa cada segundo y yo sigo a no se cuantos kilómetros de sus labios.
Maldita obsesión la mía.
atte.
Gé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario