miércoles, 29 de junio de 2011

#14



Ya no quedan palabras para describir lo inefable. No quedan más que recuerdos vagos de una buena noche de verano después de San Juan, una noche donde Madrid le abría sus alas a ellos, una noche donde decenas de personas gritarían, llorarían y cantarían.

Es increíble darse cuenta que, después de dos largos meses de espera, todo ese tiempo ha valido realmente la pena.
Ha valido la pena conocerles, ha valido la pena llorar con sus canciones, y ha valido la pena sentirse uno más de la Familia, justo cuando M. Shadows entonaba un poderoso "Welcome to the Family".
Ha valido la pena quererles sin condición, quererles sin haberles visto nunca, quererles solo por su incomparable carrera en el mundo de la música.

Sí, para mí es música, aunque haya gente que lo niegue. Para mí son grandes, son increíbles, son AWESOME e indiscutiblemente humanos; y el viernes 24 de Junio pude darme cuenta de ello.


No me importa haber llegado tardísimo a la cola, no me importa no haber ido tan acorde al estilo de los demás seguidores, no me importa haber estado esperando para entrar más de una hora, no me importa haberme perdido a los teloneros en el camino. Fui como bien podía ir, y me importó una mierda desentonar. ¿Qué más da el aspecto cuando vas a contemplar un espectáculo entres luces, focos y oscuridad?
Todos somos uno una vez nos hayamos allí, a los pies del escenario.

Y lo fuimos, vaya que lo fuimos.

Recuerdo a todos esos seguidores nerviosos, los recuerdo parlotear para disimular la emoción de entrar de una vez al palacio, y sé que no era la única que se había recorrido más de quinientos kilómetros solo para verles. Solo y únicamente para verles.

¿Maravilloso? No, superior.

Ya pasaban de las nueve y media cuando finalmente pisé la entrada del palacio. No podía contener más ni mis ganas ni mi propia exaltación. Sé que una vez entré allí, mis pies me llevaron a toda prisa a la pista, donde ya los fans se apelotonaban, luchando por alcanzar el mejor de los sitios. Yo ya había perdido la esperanza de conseguir llegar a las primeras filas, y maldije una vez más el hecho de haber llegado tarde.

El calor era casi insoportable, y el aire se tornaba denso sobre nuestras cabezas. Éramos muchos respirando a la vez, y el ambiente estival no hacía más que aumentar la tensión y la impaciencia de todos. Me deslicé como bien pude entre la muchedumbre, que permanecían casi estoicos al ver que alguien pretendía avanzar.
Fue una tarea difícil, pero al menos se veía bien el escenario.

Fue cuando reparé en el decorado... No era gran cosa, pero sería su propio templo, el templo donde aquel sueño se haría realidad.

Pasaban de las diez de la noche.

¡Cuánta emoción comprimida!
¡Cuánta tensión!

Ya no quedaba casi aire fresco para respirar ni uñas para morder.

Los gritos del público rompían la poca calma que nos quedaba.

"¡SEVENFOLD! ¡SEVENFOLD!"

Esa palabra sonaba al unísono, pasando de garganta en garganta, como una cantinela que hacía retumbar mis oídos de una manera sencillamente exquisita.

Y fue cuando todo comenzó.
Las luces se apagaron y dejaron paso a una tensa oscuridad que pronto se vería interrumpida por la luz de los focos, por los primeros sonidos, los primeros acordes de guitarra, los golpes de las baquetas y, sobre todo, por la voz de M. Shadows chillando "NIGHTMARE" con tanto poderío.

"Now your Nightmare comes to life..."
Cierto era, la dulce pesadilla estaba por comenzar.


Lo siguiente que ocurrió fueron mil emociones volando de un lado a otro, zarandeando nuestros oídos a golpe de guitarra y de batería, con los insinuantes toques del bajo de John Christ de fondo.

Estaban ellos cinco haciendo más que música sobre ese escenario. Magia, fuego, melodía, una bomba de relojería que estallaba una y otra vez en nuestros corazones, haciéndolos vibrar de una manera tan intensa... que aquella pesadilla sería la más grande de todas nuestras vidas.

La marea de brazos y de gente me llevo a la deriva mientras las canciones se sucedían.
Pude alcanzar la tercera fila por mucha suerte, y no hacía más que balbucear las letras de las canciones mientras intentaba por todos los medios terminar de creer que estaba allí, que lo estaba viviendo en todo su esplendor.
No dejaba de perseguirlos con el objetivo de mi cámara de una manera casi frenética, concentrándome en seguir también las palabras de Shadows con devoción.

No me acuerdo cuantos codazos tuve que sufrir por estar allí, ni tampoco es lo importante.
Los veía saltar de un lado a otro dejando claro que eran uno de mis grupos preferidos, los veía adueñarse de un público que se entregó con la misma fuerza con la que ellos tocaban, y en esos instantes de fuerza fue cuando el recuerdo se hizo presente.

El recuerdo de un amigo, de un hermano, de un músico sin igual.
James Owen Sullivan.
The Rev.
Jimmy.

Él estuvo allí, y con So Far Away quedó más que consolidado.

"Where You can stay. You can stay awake foREVer"

Unos momentos realmente entrañables.
Preciosos.

Cuánto se te echa de menos, Jimmy.
Muchísimo.
Y Madrid sintió la Leyenda que eres de cerca.
La Leyenda que eras, que eres y que seguirás siendo.
Siempre y por siempre.




No recuerdo exactamente el orden de las canciones, pero si no me equivoco se sucedieron en Nightmare, Critcal Acclaim, Welcome to The Family, Almost Easy, Buried Alive, So Far Away, God Hates Us, Afterlife, A Little Piece of Heaven, Bat Country...
¡y quién diría que cerrarían esa noche con Unholy Confessions y Save me!

Supongo que nadie. Al menos yo me considero realmente sorprendida.


¿Cómo olvidar a M.Shadows dedicándole unas palabras a su desaparecido hermano? ¿Cómo no guardar en la memoria el momento en el cual recogió esa preciosa bandera con su retrato y con FOREVER escrito? ¿Como dejar atrás su voz acariciando las palabras de cada canción con una intensidad arrolladora?
¿Cómo perder a un Synyster Gates lanzando sus solos con tanta precisión y maestría? ¿Cómo no mirarle y sentirse fascinado por su talento al deslizar sus dedos por el mástil de su Schester?
¿Cómo no quedarse atónito ante el poder que le otorgaba Zacky Vengeance a cada canción? ¿Cómo ignorar su inconfundible figura animando a los allí presentes?
Y no olvidemos a Johnny ni a Arin Ilejay... ¿que habría sido de todo esto sin ellos?

Nada. Absolutamente nada.


¿Cómo poder olvidar ese 24 de Junio?
No puedo, no debo, ni lo voy a permitir.

Aún resuenan los gritos del público en mi cabeza.

Sólo me falta desear algo.

Repetirlo.
Una y otra vez.





Atte.
Gé.

jueves, 2 de junio de 2011

#13


Sonreír y sentirme absurda.
Sonreirle y volver a sentirlo.
Sonreír con el estrés sobre tus hombros. Sonreír por alguien.
Por ese alguien.

No puedo evitar sentirme idiota, ridícula, patética.
No puedo evitar susurrarlo porque, en el fondo, es cierto.

Es cierto, sí.

Y un buen día, una buena tarde en un banco de piedra, soltarlo todo desde dentro.
A sus ojos, con miedo. Con temor.
Fue algo ilógico, e incluso que se escapa a lo racional.
Pero, como alguien pronunció una vez, las razones que la Razón no entiende son las razones del corazón.

Por eso hoy le digo, en voz baja, algo estúpido, estropeándolo todo.
Algo tan estúpido como un "Te quiero".

Y no hay nada más bonito que esa persona también lo diga.
Que me lo dedique.

Gracias por ser mi gran distracción.
No podía tener nada mejor en mi cabeza que tú ahora.









Einunddreißig

atte.
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